lunes, 27 de febrero de 2017

Organizadores gráficos

Organizadores gráficos

Ya hablamos de ellos en clase, pero vamos a seguir viendo sus diferentes aplicaciones y formas.

Tomado del portal www.educando.edu.do

Ejemplo de un mapa conceptual para un texto literario


Tomado del blog de Marco Pulido. http://marcocupido.es/index.php/blog/tecnicas-creativas/39-mapas-conceptuales
Mapa mental
Tomado de http://tecnomapas.blogspot.com.co/

Tomado de http://tecnomapas.blogspot.com.co/

Cuadro comparativo 

Tomado de cuadrocomparativo.org

Cuadro sinóptico

Tomado de http://universitarios.universia.net.mx

Tomado de http://tendenzias.com/

lunes, 13 de febrero de 2017

Mitos y Leyendas

Mitos y Leyendas

MITO

EL INVIERNO, EL VERANO Y LA PRIMAVERA

(Se ha traducido los tres períodos climatológicos de la Guajira por invierno, verano y primavera, según la costumbre de los civilizados que habitan esta región. )


En los tiempos antiguos vivían tres hermanos: Huya, Hóutareur e Iwa. Nacieron en la Sierra Nevada de Santa Marta. Un día supieron que en las pampas guajiras había escasez de agua y de comida, entonces Huya el mayor, dijo: “Bueno hermanos! yo me voy a recorrer la tierra donde dicen que hay escasez para ayudar a la gente con mi humedad” y salió. 


Pero había salido demasiado tarde, cuando ya venía a mitad de la península, lo alcanzó el hambre y la escasez. Entonces el intenso calor lo evaporó y así se formó el Cerro de la Teta, que es igual a la tierra que lo vió nacer, pues, tiene su cúpula blanca! El segundo hermano, Hóutareur, al ver que Huya no regresaba dijo: “Qué será de mi hermano mayor!” yse fue a buscarlo. Pero salió cuando terminaban las lluvias fuertes. Al acercarse al Cerro de la Teta exclamó: “Qué cosa tan bella! Con su cúpula blanca me recuerda el lugar donde nacimos”, pero siguió su camino sin reconocer a su hermano. 

Vinieron los meses duros de la sequía y Hóutareur se insoló y se transformó en el Cerro de Hatets. Pasaron los días y al fin llegó el tercero, aterrado por la nostalgia de tener sus hermanos mayores en la península y de no saber nada de ellos. Salió temprano cuando empezaban las lloviznas y alcanzó a llegar hasta El Cabo de la Vela. Al llegar allí miró la hermosura del mar pero vino la noche y se detuvo para descansar y al amanecer cuando salió el sol, también se fundió y formó’ el Pilón de Azúcar. 

Donde se quedó Huya hay menos hambre porque hay más frescura y humedad, donde se detuvo Hóutareur, hay mucha escasez y sequía y donde llegó Iwa hay menos ut», Y también por esta razón después del Invierno viene el Verano y luego la Primavera (Chavez, 1946)



LEYENDA

LAS LÁGRIMAS DEL SOMBRERÓN

Versión de Luis Alfredo Arango. 
País: Guatemala

Celina era una niña muy bonita. La gente del callejón del Carrocero, en el barrio de Belén, la veía todos los días y nunca terminaban de admirarla. Y es que mientras más crecía Celina, más linda se ponía:
-¡Qué ojos tan hermosos! -¡Sí, tan grandes sus ojos! -¡Y qué pelo el que tiene! -¡Tan largo y ondulado!

-¡Se parece a la virgen del Socorro de la catedral!

Y en verdad, Celina se parecía a la pequeña estatua de la virgen del Socorro, morena y llena de gracia. Hasta su nombre era extraño, como venido del cielo, o sacado de algún libro de cuentos.

La fama de su belleza comenzó a correr por toda la ciudad. Además de ser bonita, verdaderamente bonita, Celina era muy trabajadora: ayudaba a su mamá a hacer tortillas de maíz para venderlas en las casas ricas.

Verla correr por las calles, vendiendo las tortillas que hacía su mamá, era el deleite de chicos y viejos: todos quedaban impresionados por su belleza.

Una tarde, a eso de las seis, en la esquina de la calle de Belén y callejón del Carrocero, sin más ni más, aparecieron cuatro mulas amarradas al poste del alumbrado eléctrico. Las mulas llevaban cargas de carbón al lomo.

-¿No serán las mulas del Sombrerón? -comentó una mujer.

-¡Dios nos libre, ni lo diga, chula! -le respondió otra al pasar.

Esa noche Celina estaba muy cansada después de haber trabajado todo el día. El sueño comenzaba a dominarla, cuando oyó una música muy linda: era la voz de alguien que cantaba acompañado con una guitarra.

-Mamá, ¡oiga esa música!

-¿Qué música? lo que pasa es que te está venciendo el sueño. -¡No, mamá, oiga qué belleza!

Pero la tortillera no oía ninguna música. 
-Lo mejor es que te duermas, mi niña.

Celina no podía dormir oyendo aquella música encantadora. Hasta sus oídos llego claramente la voz cantarina que decía:

- “Eres palomita blanca como la flor del limón si no me das tu palabra me moriré de pasión”.

A las once de la noche, el callejón quedó en silencio y la recua de las mulas carboneras se perdió en la oscuridad. Noche a noche se repitió lo mismo, lo único que la gente notaba eran las mulas con su carga de carbón, atadas al poste, en cambio Celina, se deleitaba con las canciones que escuchaba.

Una noche, a escondidas de su mamá, Celina salió a espiar en la oscuridad porque quería conocer al dueño de la voz. Por poco se muere del susto. ¡Era el Sombrerón! un hombrecito con un sombrero gigantesco, zapaticos de charol y espuelas de plata. Mientras bailaba y cantaba tocando su guitarrita de nácar, enamoraba a la niña:

Los luceros en el cielo
Caminan de dos en dos
Así caminan mis ojos
Cuando voy detrás de vos…

¡Celina no pudo dormir esa noche! No podía dejar de pensar en el Sombrerón. Todo el día siguiente lo pasó recordado los versos, Quería y no quería que llegara la noche; quería y no quería volver a ver al Sombrerón. Esa semana Celina dejó de comer, dejó de sonreír.

-¿Qué te pasa hijita? -Le decía su mamá-. ¿Te duele algo? ¿Estás enferma? –Pero Celina no hablaba.
-La habrá enamorado el Sombrerón –Le dijeron y la tortillera desesperada, siguiendo consejos de los vecinos, la llevó lejos de su casa y la encerró en una iglesia. Porque la gente cree que los fantasmas no pueden entrar en las iglesias.

A la noche siguiente llegó el Sombrerón al callejón del Carrocero, pero no encontró a la niña. Se puso como loco y comenzó a buscarla por toda la ciudad, sin encontrarla. Al amanecer se alejó, silencioso, con su recua de mulas atrás.

La mamá de Celina y los vecinos estaban contentos, porque habían logrado liberarla del Sombrerón. Pero Celina, encerrada en la iglesia, enfermó de pura tristeza y amaneció muerta un día.

Estaban todos velando a la niña, en casa de la tortillera, cuando escucharon un llanto desgarrador que los heló del susto. ¡Era el Sombrerón que venía arrastrando sus mulas! Se detuvo junto al poste de la esquina y comenzó a llorar:

Corazón de palo santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te ha querido tanto? ¡Aaaaaaay… aaay!

Mañana cuando te vayas Voy a salir a al camino para llenar tu pañuelo de lágrimas y suspiros.

Nadie supo a qué hora se fue el Sombrerón. Se fue alejando, llorando, llorando, hasta que se fundió en la noche oscura. A la mañana, cuando los dolientes salieron de la casa de la tortillera, se quedaron maravillados: ¡Había un reguero de lágrimas cristalizadas, como goterones brillantes, sobre las piedras lejas de la calle!

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